Historia industrial textil quiteña.
- Johana Pacheco
- 15 sept 2019
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El siglo XX testificó un renovado auge en la producción textil quiteña, que había sufrido un permanente declive desde el siglo XVIII. A esta renovación contribuyó en buena medida la llegada del ferrocarril a Quito en 1908, que coincidió con el comienzo de un período de modernización de la industria en la ciudad. También influyeron las dos guerras mundiales, la recesión económica mundial y la crisis del cacao, que limitaron las importaciones y expandieron el mercado interno para los productores nacionales. Por ejemplo, entre 1911 y 1919 las importaciones de tejidos de lana y algodón cayeron de 60 mil a 22 mil quintales, aproximadamente, lo cual expandió las oportunidades de los productores nacionales para proveer al mercado interno. Se crearon nuevas empresas que poco o nada tenían que ver con los obrajes y hacia 1920 la industria textil empleaba a casi 3 mil personas. Si bien al principio este renovado auge de la producción textil pudo tratarse de una reactivación de la manufactura más tradicional, articulada en torno a la hacienda (como en Otavalo o el valle de los Chillos), durante la década de 1910 se observa una conversión hacia un modelo más empresarial, “con innovaciones técnicas, un aporte financiero de bancos o comerciantes y expansión hacia nuevas zonas como Chimborazo”. Los hacendados serranos, más que los costeños, comenzaron a invertir sus beneficios en el comercio y las industrias, aunque también hubo una entrada importante de capitales extranjeros, provenientes de inmigrantes, algunos radicados en la Costa, que transfirieron capitales a la Sierra cuando el modelo agroexportador comenzó a fallar.
La expansión de la industria textil ocurrió desde Ibarra hasta Cuenca y coincidió con el crecimiento de las capitales provinciales serranas; las fábricas de estas ciudades, bien articuladas gracias al ferrocarril, llegaron a representar el 90% de las industrias textiles del país en 1930. El auge fue mayor en la Sierra norte, cuya producción, además, fue en gran medida para la exportación (en la década de 1920 se pasó de exportar 200 mil sucres a un millón de sucres, especialmente hacia Colombia, país que luego tomó medidas proteccionistas), aunque también para abastecer a un creciente mercado interno. (Cuvi, 2011)
Bibliografía.
Cuvi, N. (2011). Auge y decadencia de la fábrica de hilados y tejidos de algodón la industrial, 1935-199. Quito Ecuador: Procesos. Revista ecuatoriana de historia.







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